Con este post inicio una serie de reflexiones sobre la actividad profesional que forman parte de una monografía (Claves para la gestión de despachos y firmas profesionales) que verá la luz próximamente.”
EL TAMAÑO SI IMPORTA
Los peligros del crecimiento
Aunque hemos defendido con absoluto convencimiento que las organizaciones profesionales tienen que ir ganando tamaño como una cuestión de auténtica supervivencia, es también cierto que el crecimiento no está exento de graves peligros que puedan dar al traste con el despacho.
Entre otros, podemos destacar algunas cuestiones que pueden poner en riesgo una firma:
– Pérdida de control: los procesos de incremento de volumen de actividad suelen llevar aparejado cierto descontrol, tanto de los recursos humanos, como de los materiales.
– Disminución de la calidad: que existan nuevos servicios, con nuevos clientes, con nuevos profesionales integrados en la firma, puede llegar a ocasionar cierta mema en la calidad del servicio.
– Menor proximidad: es una queja habitual de los clientes en toda organización que crece. Suelen referirse a la escasa personalización del servicio, a haberse transformado en “poco importante” para el despacho, a la excesiva rotación de las personas que se encargan de sus asuntos, etc.
– Descenso de la rentabilidad: a pesar de que hemos indicado que el tamaño suele generar mayor rentabilidad, el crecimiento, si lleva aparejado cierto descontrol, puede disminuir la rentabilidad, debido al incremento de costes de estructura, a la excesiva “burocratización”, al inadecuado reparto de la carga de trabajo sobre los profesionales, etc.
– Pérdida de identidad: el crecimiento puede amenazar aquello que hemos llamado señas de identidad de la firma, es decir, sus valores y su cultura.