El magnífico último informe de Transparency International ( “Informe global de la corrupción” www.transparencia.org.es) respecto a 2009 , pone de manifiesto el escaso avance en la reducción de la corrupción empresarial en la inmensa mayoría de los países del mundo.
Un grupo de más de 75 expertos de todos los continentes examinan la escala y las terribles consecuencias de los sobornos , el fraude corporativo , los carteles, la gestión interesada de los conflictos de intereses, el uso de relaciones personales o familiares para obtener contratos públicos ,y tantas otras prácticas inmorales.
El nivel de corrupción en el sector privado continúa siendo alarmante , y en muchos casos también afecta al sector público , ya que son funcionarios o lideres políticos los que se prestan a participar en este tipo de operaciones. Creo que hay que dejar claro que tan culpable es el que paga, como el que recibe.
La corrupción lastra el crecimiento de las empresas y de los Estados, ya que elude la lícita competencia, desmotiva a emprendedores, aumenta artificialmente los costes, favorece la economía cortoplacista y no sostenible, poniendo en riesgo la integridad corporativa e individual.
Lamentablemente , España ha caído hasta el puesto 28 en el Índice de Percepción de la Corrupción , estando a la cola de los países europeos , y sólo superados por Italia , Portugal , Grecia y los países del Este.
Las empresas pueden y deben enfrentarse a esta terrible cuestión y todos los esfuerzos que se hagan desde los poderes públicos , las asociaciones empresariales , las universidades y escuelas de negocios , etc. serán pocos para luchar contra un problema de proporciones gigantescas.
Sin duda que el gran desarrollo que esta experimentando la responsabilidad social corporativa en los últimos años debe jugar un papel esencial en este envite.