Gabriel García Márquez escribió Crónica de una muerte anunciada en 1981, tras Cien años de soledad (1967) y El otoño del patriarca (1975). Su autor compone una crónica periodística, como lo había hecho y haría en las numerosas ocasiones para los periódicos en los que había trabajado. La novela está basada en hechos reales, ocurridos en 1951 en Sucre: dos hermanos asesinaron en la plaza del pueblo a un amigo de Gabo, por la misma cuestión de honor que se describe en la novela. La familia le pidió que no escribiera nada sobre los hechos hasta que pasaran los años. Y así fue, se escribió 30 años después. Es por ello por lo que el narrador-investigador- periodista de Crónica de una muerte anunciada es el propio García Marquez.
El tema central de la novela, al que se le unen otros muchos que después indicaré, es la denuncia de una sociedad anestesiada e hipócrita, alimentada de prejuicios y costumbres morales sin sentido. Sin duda que esta misma acusación sería válida en este momento. Como hemos debatido en nuestra última tertulia sobre Morderse la lengua de Darío Villanueva, seguimos viviendo en el mundo de lo políticamente correcto, de normas sociales no escritas que nos conducen como un rebaño.
En la novela se justifica el sacrificio mortal del protagonista, Santiago Nasar, por haber mancillado el honor de la recién casada, que por tanto no acude virgen al matrimonio. Sin embargo, se acepta sin ningún reparo, que las putas mulatas “atiendan” a los varones de la ciudad.
El pueblo quiere que se reestablezca el equilibrio perdido lo antes posible, volver con urgencia a lo políticamente correcto. Se exige la muerte del transgresor como castigo necesario e inevitable. Tal y como ocurre en nuestra sociedad actual, el comportamiento individual está sometido a normas no escritas que emanan de un poder difuso, pero que habitan en el subconsciente de la persona y crea un orden social aceptado y defendido por todos. Este conflicto entre individuo y sociedad se recoge certeramente en una conocida cita: “Mientras que cada individuo puede ser un enigma insoluble, un conjunto de ellos se comporta con exactitud matemática”, o en aquella que dice que “la ideología más terrible es la inercia”.
Es sorprendente que el abogado que defiende a los hermanos Vicario califique su crimen como “homicidio en legítima defensa”. ¿Defensa? El cinismo de la sociedad que se describe en la novela se apuntala desde varios puntos de vista. El matrimonio de conveniencia, por el que se le obliga a Ángela a casarse con un rico al que apenas conocía. “El amor también se aprende”, le dice su madre elevando la hipocresía al máximo exponente. Los prejuicios, que son determinantes para para el destino fatal, a través de la inacción del pueblo, como personaje colectivo. El sacrifico de un hombre inocente que podía haberse evitado. Es la ley del silencio.
Dediquemos un minuto al título de la novela. Totalmente auto explicativo: Crónica, porque es un relato periodístico de investigación; Muerte, en lugar de asesinato, que fue lo que realmente sucedió, pero queriendo ya manifestar su inevitabilidad; Anunciada, porque era conocida por todos, menos por el que la iba a sufrir.
El libro aborda otros muchos temas interesantes:
- Fatalidad-Destino: el destino, como ineludible, al estilo de las tragedias griegas, y la fatalidad, como cadena de casualidades que abocan al desastre: se envían numerosos mensajes a Santiago, pero, o no le llegan o se mal interpretan. Los asesinos, dos buenas personas, proclaman a voces sus intenciones, porque no quieren cometer el crimen, pero necesitan que alguien se lo impida, para poder excusarse ante su familia y ante el pueblo. Tanto es así, que llegan a apostarse para esperar a la víctima en una puerta por la que Santiago nunca entraba, con la esperanza de no encontrarlo.
De alguna forma el crimen es tan público que se transforma en inevitable, en una especie de profecía autocumplida. La responsabilidad colectiva y la fatalidad del destino se alimentan una a la otra para culminar el desenlace.
- Venganza: móvil del crimen, pedida por la familia de la novia y por todo el pueblo. “El honor no espera”.
- Machismo: sociedad patriarcal en la que la mujer obedece y se considera un simple objeto sexual.
- Caciquismo y poder: se manifiesta en numerosos personajes: el obispo, que desprecia al pueblo y, como nota cómica, se dice que de los gallos, solo aprovecha su cresta ; el ostentoso General Petronio, padre de Bayardo; el propio Bayardo San Román, que adquiere la casa al viudo Xius, comprando sus ilusiones con dinero, y que se casa en una boda totalmente desmesurada; y otros personajes secundarios, como el cura, otros militares y algunos “españoles”.
- Morbo, también muy propio de la sociedad actual. El pueblo acude a la plaza pública para contemplar el asesinato como si se tratara de un espectáculo. Luego todos quieren ver el cadáver descuartizado, y se ofrecen al juez para testificar lo ocurrido.
- Metáforas: la sangre, la que espera Bayardo después de la noche de bodas y la que no sale del cuerpo de Santiago mientras le acuchillan los gemelos; el olor, que impregna a todos y que excita a los perros como hedor a muerte; el descuartizamiento del cuerpo, en una autopsia innecesaria, símbolo de como la sociedad acaba con el individuo, algo que también se manifiesta en la reacción de los personajes tras el asesinato: Ángela se enclaustra ; Hortensia se echa desnuda a las calles; Flora, la novia de Santiago, acaba en la prostitución; Don Rogelio, no sobrevive a la conmoción, etc.
- Juez “literato”: el juez instructor, “un hombre abrasado por la fiebre de la literatura”, de alguna forma una metáfora del propio Gabo en su doble faceta de periodista, como profesión, y escritor, como pasión. Sucumbe a las tentaciones de su imaginación literaria y enriquece lo sucedido con aforismos y valoraciones mediante notas al margen del expediente.
- Escenas macabras, incluso repulsivas. Como el momento en el que se arrojan las vísceras de Santiago a un cubo de basura, como antes había hecho una mujer con las de unos conejos. O la medallita que aparece en el estómago de Santiago y que se la había tragado de niño.
- Castigo al inocente: Santiago no podía ser culpable: va a cantar serenatas a los recién casados; no sospecha nada de la venganza de los hermanos; se sorprende cuando se entera de que lo van a matar. A veces parece un tanto indolente, como si no quisiera reaccionar ante lo que le acecha.
Por último, referiré unas breves pinceladas del estilo y la técnica literaria. Es muy conocido el hecho de que García Marquez rompiera con la linealidad temporal en una narración fragmentada y con una estructura circular, en lo que se ha llamado “técnica de mosaico”. La tensión narrativa hace que el ritmo de la obra sea frenético, una especie de cuenta atrás en una atmósfera de suspense, ambientada en un día especial en el que la llegada del obispo genera un ruido-que se concreta en los numerosos bramidos del barco que le trae-, y que tapa el sonido de la conspiración del pueblo. Su prosa escueta y precisa otorga el realismo que necesita la narración, que se entremezcla con episodios del otro realismo, el mágico.
Para mí, estamos ante una de las mejores novelas escritas en lengua castellana, que no ha envejecido un ápice, y que consigue que la vuelvas a leer una y mil veces y te genere la misma tensión y angustia, aunque sepas desde el principio lo que va a suceder.
Una auténtica joya.