El camino fue la novela que me introdujo en el mundo de la literatura. Es un libro sobre la infancia, la etapa de la vida, para la mayoría de nosotros, más libre, feliz y creativa.
Se identifica el progreso con la ciudad. A Daniel, su padre, le “condena” a progresar, marcándole “el camino”. Quizás algo similar, pero en sentido contrario, deberíamos hacer ahora con nuestros niños, muchos de los cuales apenas han pisado el campo.
Todas las novelas de Delibes las escribió con pluma estilográfica. En el caso de El Camino, el texto ocupó 327 cuartillas por una sola cara. Una vez terminado, pasaba los manuscritos con máquina de escribir (la que le regaló su mujer, Ángela, el día de su boda). En este caso, el texto tiene poquísimas correcciones- en las siguientes novelas habría muchas más. La novela la escribió en 21 días (“no me costó nada”).
Con este libro, Delibes encontró su “fórmula”. Quería liberar su estilo de la carga retórica de las dos primeras novelas, sobre todo respecto a La sombra del ciprés es alargada. Nos dice Don Miguel: “Al pasar el texto a máquina, si tenía que elegir entre dos vocablos, elegía el más sencillo y conocido; entre dos frases, la más clara y expresiva”. Quiso escribir “sin engolamiento ni grandilocuencia”.
Se le comparó con El poney colorado de Steinbeck, pero Delibes siempre dijo que el no la había leído.
Los personajes de la novela son reales, del pueblo de Molledo en Santander, su lugar de veraneo en la niñez. “A veces de un personaje, saco dos. Por ejemplo, las Guindillas y las Lepóridas”.
La mayoría tienen motes, como por entonces, en casi todos los pueblos de España. Y en algunos casos, el autor los cambió mientras escribía la novela. Como Paco el Moñigo, que acabó siendo Roque.
El humor que destila la novela es hilarante. Lo de las Cacas, por ser su padre tartamudo, o lo del cutis del amor platónico de Daniel, es genial.
El texto contiene metáforas muy sugerentes, como la de los grillos que salen del agujero como los trenes de los túneles.
Como curiosidad, se sabe que la censura cortó el capítulo XVI, que describe cuando la Guindilla mayor sale con una linterna para descubrir a las parejas en mitad de la noche. Luego ese texto se perdió, y nunca se añadió.
Mientras lo vuelvo a leer, escucho la famosa opera Lakmé, del tío de Don Miguel, Leo Delibes, y me transporto a ese mundo rural que tanto me atrae y a mi propia niñez.